lunes, 29 de agosto de 2016

LA INCREÍBLE HISTORIA DE "PEPE AGAETE".

José Trujillo Rosario, nace en Agaete, en la calle San Juan esquina próxima a la calle Guayarmina, un 4 de mayo de 1924, en el seno de una familia conocida como "los de Remedios". Su infancia transcurre en la Villa, alternando la escuela de D, Miguel Pérez García, con los juegos en el patio de recreo de la villa arriba, los Chorros y todo el barranco.


José Trujillo (Pepe Agaete).


A la edad de 11 años, el 18 de marzo de 1935, por razones del trabajo del cabeza de familia, patrón de pesca en un barco de "la costa", deciden trasladar la familia a Las Palmas. 
Aquella mañana se habían trasladado a la vivienda familiar para la despedida, toda la familia, incluida la abuela Ana, tras los lloros correspondientes, cuando decidieron enfilar la cuesta Guayarmina en dirección a la parada de los coches de hora de "Melián y CIA", cargados de  bultos, el niño Pepito no aparecía.  
Tras buscarlo por todos los rincones de la casa, lo encontraron escondido debajo de una cama. El niño siempre había demostrado una especial sensibilidad, era muy asustadizo, tenía pánico a abandonar su querido pueblo, sus amigos, familiares...,  y se negaba rotundamente  a marchar a Las Palmas.
No había quien lo sacara de debajo de la cama, hasta que arrastras se lo pudieron llevar, él repetía una y otra vez que no quería ir a Las Palmas, amenazando con volverse. A la abuela en su ignorancia y desesperación, para evitar que se escapara una vez que llegara a Las Palmas y regresara,  se le ocurrió decirle en plan amenazante que; "si no se iba o volvía, se moriría", palabras que se le quedaron grabadas para toda la vida al niño.


En el centro la vivienda familiar en la actualidad, calle San Juan.

Una vez instalados en el barrio capitalino de la Isleta, en la calle Pérez Muñoz, el niño fue creciendo y haciéndose mayor. Las palabras de su abuela en la despedida de su querido pueblo, le retumbaban en la memoria como una obsesión, "si vuelves morirás"  y a pesar de su gran amor y añoranza que siempre demostró por su Agaete querido, jamás volvió por miedo a aquellas palabras sin maldad de su abuela que le atormentaban y que para él se convirtieron en una maldición.
Desde su juventud, para ver su villa marinera, organizaba excursiones  con sus amigos a Tamadaba, se asomaba al borde de los riscos y pasaba horas contemplando su Agaete desde las alturas y la distancia.


Agaete desde Tamadaba (FEDAC)
             
        Pepe Trujillo tenía siempre en mente su Agaete y a pesar de que lo abandonó a la edad de once años, recordaba calle por calle, rincón por rincón, personaje por personaje, a todos sus paisanos de la Villa. Era tal su pasión por Agaete que terminó siendo conocido en toda la Isleta y la ciudad como "Pepe Agaete".
Como buen agaetero era un personaje creativo, lleno de ocurrencias, algo bohemio, todo un artista, adelantado a su época en cuanto a sensibilidad. Escribía poesías, dibujaba, hacía teatro, monólogos  cómicos, etc., donde nunca faltaba la referencia a Agaete.
En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, actuaba en los intermedios de las películas en los cines Doramas de Guanarteme, Teatro cine del Puerto, teatro "Las folclóricas" y otros, entreteniendo al personal con monólogos y chascarrillos cómicos en los intermedios, mientras se efectuaban los cambios de rollos de las películas.



Colaboraba con pequeñas actuaciones cómicas en el pequeño "circo Toti", aquel circo que recorría los barrios y los pueblos de todas las islas y que el célebre personaje, "Pepe el Cañadulce", anunciaba por todos los barrios acompañado de su tambor y su megáfono casero, que consistía en un cucurucho de cartón o latón, con su peculiar vocabulario;  "¡el mayó espetáculo del mundo, esta noche p'a ustedes, siñoras y siñores, en el gran Circo Toti, y a dos pesetas la entrada de silla, siñores! ¡ ¡A dos pesetas la silla, na menos que p'al Circo Toti, el mejó circo del mundo y parte del extranjero, siñores!".



          

"Pepe el caña dulce", pregonando, ya anciano en los años setenta.



Colaboraba junto a Manolo García, otro isletero culeto, en la organización de  fiestas y festivales  benéficos. Manolo fue célebre por la recuperación de los actuales carnavales de Las Palmas.  

Pepe era creyente convencido y cuando una de las nuevas parroquias que se iban creando en los nuevos barrios de la ciudad, necesitaba dinero para ir tirando, él se encargaba de organizar "desfiles de variedades" y festivales con el fin de conseguir fondos.


En sus poesías nunca se olvidaba de su Agaete y sus fiestas, como esta dedicada a la "Rama";



Publicada en el programa de las fiestas de Las Nieves de 2014



Uno de sus creaciones era imprimir sus poesías y relatos, en unos pasquines  que él llamaba "cantares", por un lado  colocaba letras de las canciones de moda de la época,  como estas de "la popular orquesta Mejías" y por el otro lado sus poesías, los vendía por la Isleta, labor en que le ayudaba un sobrino;



José Trujillo compaginaba sus aficiones artísticas con el trabajo. Trabajó de listero en los estibadores portuarios, de guarda muelle, de cobrador en las guaguas municipales,... Nunca se casó porque como buen bohemio, no quiso compartir su libertad con nadie. Murió en Las Palmas en 1999, a los 75 años de edad, sin volver nunca a la villa que lo vio nacer.
Esta es la pequeña gran historia de este personaje de Agaete, José Trujillo, conocido como "Pepe Agaete", una historia sencilla, de un hombre de talento natural, autodidacta, que después de Dios, amaba Agaete sobre todas las cosas.

Documentos diversos, poesías y pasquines donde aparece la actuación de "José Trujillo".









Bibliográfica;
Testimonio y documentos aportados por su sobrina Nieves.
"La Provincia" 26-10-15, Donina Romero, El Cañadulce.



lunes, 22 de agosto de 2016

Historia de la vocación marinera de Agaete. Los chinchorros.

Finales del siglo XIX, Las Nieves


!!! Jalen, jalen fuerte muchachos, jalen pa sotavento, jalen por parejo, jalen!!!

El chinchorro consiste en una modalidad de pesca artesanal, donde se usa una red grande, hasta 300 metros, que se echa con pequeñas embarcaciones en zonas de poco calado, normalmente cerca de playas y ensenadas y que se jala desde tierra por un número elevado de personas, es un arte de arrastre especializado en la captura de sardinas, caballas, chicharros, salemas y especies cercanas a la orilla. 

Fotomontaje de la pesca del chinchorro (foto programa de las fiestas 2016)
     
Con la rápida desaparición del tráfico de cabotaje a mediados de los años cuarenta del pasado siglo, que desde principios del XVIII,  tenía una notable importancia para el empleo y la economía de Agaete, muchos marineros quedaron en paro. 
Como consecuencia del incendio del archivo municipal de 1910, no tenemos datos del padrón municipal anteriores de la población de la villa dedicada a la mar, pero en el proyecto de muelle de Agaete de 1864, el ingeniero Juan león y Castillo da una población marinera de 145 hombres. En el primer padrón de la localidad que se realiza con posterioridad, entre 1910, y 1920, aparecen más de 250 personas de profesión marinero, la mayoría residentes en el barrio de San Sebastián, lo que denota la importancia de este sector en la economía de la villa, con 3.465 habitantes entonces. La gran mayoría de esos 250 marineros eran las tripulaciones de los barcos de cabotaje y en menor medida pescadores. 


Censo de 1910, donde se observa que en barrios como San Sebastián, más de la mitad de los varones en edad de trabajar, son marineros. (Archivo municipal)
    
Aunque los chinchorros existe probablemente desde el establecimiento de los primeros conquistadores en la localidad, allá por el año 1481, es tras el declive del tráfico de cabotaje por la mejora de las comunicaciones terrestre, a principios de los años cuarenta del pasado siglo, cuando comienza el auge de este arte de pesca en Agaete. El chinchorro recoge a muchos de los marineros que procedían de las tripulaciones de aquellas viejas goletas y motoveleros a vapor de cabotaje, propiedad de armadores del pueblo o con operaciones en las Nieves, el San Carlosel Esperanto, la Bella Lucía, la Elvira, el Adán, la Esperancilla, la Rosa, el San Antonio, el Macacoa, el San José, el San Miguel,...., auge que dura hasta principio de los años sesenta que comienzan a desaparecer al llegar la motorización generalizada de las embarcaciones, la introducción de las nasas grandes y las traíñas, que eran mucho más rentables y necesitan menos personal, así como la paulatina desaparición de las sardinas de las zonas costeras. 
Cartilla de navegación de uno de aquellos marineros agaetenses que un día surcaron nuestros mares.
     
Muchos de aquellos experimentados marineros emigraron a Las Palmas, estableciéndose en el barrio de la Isleta, embarcándose en la marina mercante o en la pesquera de la costa africana, otros se reconvirtieron a zapateros en la nueva e incipiente industria que comenzaban los  hermanos Armas .  
    
Manuel Medina Mendoza, conocido por "Manuel Niño", mi bisabuelo, dueño de unos de los cuatro chinchorros de Agaete.

En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo existían cuatro chinchorros; el de "Juan de Too", el de "Manolejo", el llamado “El Berguilla”, propiedad de Manuel el de Leonor, posteriormente comprado por el Cápita y el de mi bisabuelo "Manuel el Niño" y su hijo "Magin".
Cada chinchorro  empleaba a unos 25 hombres, por la necesidad de fuerza física para tirar de él, a veces con más de mil kilogramos de sardina, lo que daba un total de 100 hombres dedicados a esta modalidad de pesca en aquel Agaete. Cada chinchorro lo componían tres embarcaciones a remo, una algo mayor que llevaba las redes y el patrón, dos botes auxiliares con la mayor parte del personal y los "vidrios", pequeña caja con una base de cristal con la que miraban el fondo en busca del pescado. El nombre de las embarcaciones del de mi familia, "Manuel Niño", eran; el bote patrón, “El Manuel”, las auxiliares “Minerva” y el “Picuo”.

Los botes de los cuatro chinchorros varados delante del actual restaurante Dedo de Dios. (FEDAC años cuarenta siglo XX)

Además de los hombres embarcados, cada chinchorro tenían una persona de buena vista, al que llamaban el "vijador", que iba por las alturas de los acantilados y riscos próximos al mar, mediante señales convenidas, con un silbato, que ellos llamaban "firra" o un trapo, señalaba donde se encontraban los manteríos de sardinas a los que se encontraban en los botes en la mar, en el caso del chinchorro de mi familia, el "vijador" era un tal "Chano el Nano", sobrino de Manuel Niño
Al "vijador" lo acompañaba un niño, que era el encargado una vez decidido porque playa iban a jalar el chinchorro, de recorrer el pueblo avisando a las mujeres de los pescadores para que les llevaran el cesto de la comida, en el caso del chinchorro de mi familia era mi padre, José Santana, que en su niñez hizo esta labor en multitud de ocasiones. 
La playa para sacar las redes podría ser cualquiera entre la Punta de Sardina y las Arenas; Guayedra, el Puerto, las Nieves, el Risco, los veriles de la Caleta, del barranco la Palma, Segura, Fanaroque,.... Las mujeres, además de llevarles el "cesto", llevaban las cestas y los baños, donde recogían las sardinas que les correspondía a sus maridos o hijos una vez hechas las partes,  para ir a venderlas a los pueblos limítrofes.

Las vendedoras esperando el chinchorro (Fachico Rojas Fariñas.)

Si se cogía mucha cantidad se vendían a las "borriqueras", nombre que se daban a unas familias de Galdar que se dirigían a las playas con burros, para comprar las sardinas que luego vendían por los pueblos.


Borriqueras (FEDAC)

Normalmente no existía el dinero, ni los salarios como sistema de pago a los pescadores por los propietarios de los chinchorros,  se hacían partes con un pequeño balde y una tabla para rasar. El propietario del chinchorro se llevaba cuatro partes, tres por los barcos, las redes y la de él, al niño por avisar a las mujeres donde tenían que llevar la cesta de la comida, un “cuartón”. Cada uno hacía con su parte lo que quería, normalmente eran las propias esposas de los chinchorreros los que se encargaban de comerciar con ellas.


Las vendedoras esperando el chinchorro (Fachico Rojas Fariñas.)

Del Valle venían mujeres que  compraban las sardinas o cambiaban por papas y frutas, que después las tostaban  con gofio para que duraran un par de días más, subían a los pueblos y barrios de la cumbre donde las vendían o cambiaban a su vez por otros productos de la tierra.
Cuando no aparecía la sardina salían de noche con los botes a "calamariar" o a calar con "mechones", (antorchas untadas con brea). En verano se iban a la zona de Mogán, a la pesca del bonito y la albacora (especie de atún grande, de carne más blanca)que vendían a las factorías de conserva y salazón con delegaciones en el lugar, se iba a remo, ayudados de una pequeña vela latina y se regresaba para las fiestas de las Nieves, se llevaba a toda la familia, pernoctando en cuevas y chozas de la actual playa de Mogan. Como anécdota me cuenta mi padre, que el 18 de julio de 1936, cuando contaba sólo seis años, se encontraba con sus abuelos, "Manuel Niño y Mana Ciona", en la playa de Mogán, a donde habían ido a la pesca de la albacora, junto con toda la flota chinchorrera de Agaete, al enterarse los pescadores del golpe de estado del General Franco, "arrancaron" todos para Agaete a remo y vela, remaron con tanto ímpetu, que al medio día ya estaban todos en el pueblo, a él lo trajeron metido en el salvavidas del barco, pequeña oquedad estanca en la proa y la popa de los botes,  con una tapa en la parte superior para evitar que se mojase.


    Los últimos chinchorros (FEDAC)

Cuando los tiempos no eran buenos para el chinchorro, los pescadores se  dedicaban a subir a Tamadaba en busca de un puñado de leña o pinocha para venderla y subsistir. 
Sus mujeres aprovechaban la zafra del invierno para trabajar en los tomateros, las plataneras o almacenes de empaquetado  de frutas y completar los ingresos familiares.


Recogiendo el chinchorro de "Manuel Niño" (foto casino la Luz)

A finales de los años cincuenta del pasado siglo sólo existían dos falúas a motor en Agaete, la de Graciliano, padre de Ramoncito y  abuelo de Lano el pescador y la del  Cápita, dedicados a la pesca más al interior del mar y posteriormente a las nasas. El Cápita era el dueño de la única furgoneta que había en el pueblo, ya en su jubilación, se dedicaba a llevar a las vendedoras y el pescado a los pueblos cercanos a cambio de una pequeña tasa.


!!! Jalen, jalen fuerte muchachos, jalen pa sotavento, jalen por parejo, jalen!!! . Jalando el chinchorro 1928, de la película "la hija del Mestre" , (filmoteca canaria)

Hasta mediados del siglo XX, la mayoría de los marineros vivían en el barrio de San Sebastián y los más pobres en infraviviendas en la misma playa, donde están las terrazas de los bares de la actual avenida hoy en día. En los años cincuenta se fabrican en las Nieves unas viviendas sociales para los pescadores, que son todo un lujo para la época, donde se trasladan los que habitaban en las chabolas de la playa.



Viviendas de los pescadores 1975, nótese abajo, el barco "El Inglés" en construcción. (foto propia)

       

Las nasas grandes terminaron con el chinchorro (FEDAC)





Durante la guerra civil y la segunda guerra mundial,  las sardinas, los chicharros y las caballas de  los chinchorros, ayudaron a mitigar el hambre que pasaron en otras partes del territorio nacional. Como curiosidad se adjunta el bando del Alcalde Valentín Armas, de 22 de marzo de 1937, en que obliga vender las sardinas y demás pescado a los residentes en la Villa antes que a los forasteros, para que estos puedan venderlas y  paliar el paro obrero que había en Agaete. (archivo municipal de Agaete)
A su vez  con motivo de la escasez de alimentos por la guerra, se crea la junta reguladora de artículos de primera necesidad, que regula los precios del pescado para evitar la especulación, la samas a 1,10 pesetas, las brecas a 1,30, las sardinas a 1 peseta.....
      
La influencia e importancia de los pescadores y marineros en la vida del pueblo fue grande, las fiestas de las Nieves eran sus fiestas, hasta los años cincuenta sólo ellos iban a buscar la rama a Tamadaba, prácticamente solo ellos bailaban la rama, solo ellos  y uniformados con el traje de la marina española, podían cargar a la virgen de las Nieves en las procesiones,.....


Procesión virgen de Las Nieves, principios del siglo XX.
         
Los pescadores siempre le echaron la culpa de la desaparición de los chinchorros y de las sardinas cerca de las playas, a las nasas grandes, que acabaron con los pescados grandes,  las samas, abadejos, burros, chernes, pargos,..., que se alimentaban de sardinas y demás pescados pequeños. Al no haber depredadores, las sardinas "perdieron el miedo" y se fueron mar adentro, ya no se refugian cerca de las orillas donde se calaban los chinchorros. Lo que es una hipótesis muy razonable.
Con la llegada de la motorización de los botes, las nasas y el abandono de los chinchorros, la población marinera se redujo drásticamente y en los padrones de 1960, ya solo aparecen 60 personas dedicadas a la pesca de los 5.117 habitantes que tiene Agaete, produciéndose una oleada de emigración, en el censo de 1970, aparecen 4.438 habitantes, perdiendo la villa 639 habitantes. Siendo en este caso el lugar de la emigración, además de Las Palmas, el antiguo Sahara español, donde fuimos a parar cerca de doscientos culetos entre grandes y pequeños, entre ellos un servidor. (de Agaete al Sahara)
La modalidad pesquera del chinchorro está prohibida en Canarias desde hace  más de veinte años, por el daño que ocasiona a los fondos marinos y por no respetar las tallas mínimas en sus capturas.
El mar, el salitre, la pesca, la visión del Teide en la lejanía, los riscos de Tamadaba, por estar abiertos al mundo desde el siglo XVI, por donde exportábamos e importábamos, mercancías y conocimientos, por donde nos llegó la adoración o la fe en nuestra Señora de Las Nieves, por la visión del horizonte, por eso y muchas cosas más, somos la "simpática" Villa marinera.....




          Bibliografía utilizada.
Testimonio de José Santana Medina (mi padre)
Archivo histórico  municipal de Agaete.
Pascual, José “Del chinchorro a la nasa: el Puerto de las Nieves (Agaete)”. En Actas del Coloquio de Etnografía Marítima, pp. 53-67, Santiago de Compostela, Museo do Pobo Galego.












martes, 9 de agosto de 2016

Virgen de Las Nieves mira pal barranco,.. Temporal 1896.

    "Virgen de Las Nieves mira pal barranco, pa llevarte el pueblo faltaran dos trancos y si te lo llevas tu tienes la culpa que los marineros no te lleven nunca" (coplilla popular).


El barranco antes de febrero de 1896

La tarde del miércoles 19 de febrero de 1896, el cielo de Agaete se oscureció como nunca antes se había visto, Tamadaba, el lomo el Manco y todas las alturas habían desaparecido entre los nubarrones. A las siete de la tarde, entre truenos, relámpagos y fuerte viento, comenzó a llover de forma creciente, el cielo parecía que se iba a romper en pedazos. El ruido de los barrancos se empezaban a escuchar desde lo más alto de la villa, el barrio de San Sebastián.
A las ocho de la tarde el barranco ya se salía de su cauce habitual, amenazaba las huertas colindantes y seguía lloviendo cada vez con mayor intensidad.

Evolución de los cauces del barranco desde 1896.
        
El vecindario de la parte baja de la villa, preso del pánico y alarmado, en la oscuridad de la noche, bajo un fuerte aguacero, comenzó a subir a las partes altas del pueblo, las Peñas y San Sebastián.
La barranquera que procedente de los barrancos del Agua Dulce, las Chovicenas y las Burreras, corrían por la calle el Sol, actual Francisco de Armas o "barranquillo", con una fuerza como nunca se había visto antes, amenazando las viviendas que comenzaban a inundarse.  Desde las Peñas les tiraban sogas  para ayudarlos a subir. El pueblo quedaba partido en dos.
Por debajo del actual campo de fútbol el barranco se desbordó, salto el cauce, se dividió en dos y corrió por detrás de las casas de la calle San Germán, dejando a este barrio y sus gente completamente aislados, como si fueran una isla en medio de un mar embravecido.


      Cauce que toma el barranco, convirtiendo el  barrio de San Germán en una isla.

En la historia de Agaete y Canarias no hay nada igual, ni siquiera que se le asemeje en lo relativo a temporales, cuentan las crónicas que el nivel del agua en el barranco llegó a los seis metros de altura, hasta el borde de la actual plaza de la constitución.
A las doce de la noche comenzó a escampar, las aguas que desde Artenara, Tamadaba y altos de Galdar corrían  como caballos desbocados en dirección al mar, sin presas que las contuviera como en la actualidad.  El barranco empezaba a presentar un amenazador aspecto.             
Al amanecer, cuando los rayos del sol empezaban a aparecer entre los restos de nubes de la tormenta, el panorama es desolador, el barranco había cambiado el cauce antiguo, llevándose las viviendas colindantes con la plaza del pueblo, la amplia calle y los huertos de las proximidades de la iglesia, quedándose a solo cuatro metros de las paredes del templo, cuando antes estaba a más de cuarenta, amenazando la cimentación.


Según las crónicas periodísticas de la época, el barranco transcurría anteriormente por donde va la actual carretera a Las Nieves, paralelo a la acequia alta, hasta la rotonda de  la Aldea, habiendo entre el barranco y el templo, huertas que desaparecieron, así como un tramo de 250 metros de la carretera a Las Nieves y el "puente viejo" que lo cruzaba, que se encontraba donde la actual " glorieta de la Aldea y tronera". Siete casas, de la cuales cinco estaban en el lado colindante con el barranco, en la plaza del pueblo, se derrumbaron, sin que fuera posible salvar nada de ellas.

Ante el riesgo  que corría el recién estrenado templo, donde empezaban a aparecer grietas, el párroco D. Juan Valls y Roca, junto con el pueblo, trasladó las imágenes sagradas y todo lo que se pudo a la ermita de San Sebastián. Las fuentes de abasto público situadas en el barranco quedaron destruidas y desaparecidas, poniendo en grave peligro el suministro de agua potable a la población.


Cauce del barranco antes del temporal de  1986

     
          
Cauce mucho después del temporal, fabricándose los nuevos muros de contención.
              
En el Valle se llevó seis casas, el cauce se desbordó a la altura de la Suerte, llevándose dos puentes y  destruyendo quince fanegas de tierras y sus construcciones. Se perdieron las cosechas y cientos de animales fueron arrastrados al mar.
Cauce del barranco a la altura de la Suerte-entrada a San Pedro antes del temporal.


El barrio del Risco se llevó la peor parte, al fallecer dos personas arrastradas por el agua, algunos medios periodísticos sitúan a los fallecidos en Tamadaba, tras el hundimiento del techo de una vivienda. El barrio quedó incomunicado y con ello Tirma y la Aldea.
El daño económico fue brutal, al quedar incomunicado el Puerto de las Nieves, clave en la economía de la toda la comarca, por donde se exportaba toda la producción agrícola de la zona. El temporal, mandó a la miseria a muchas familias, en especial a las de clase jornalera al quedar destruida las cosechas y los terrenos donde se ganaban el sustento.
Se valoró en más de un millón de pesetas de la época los daños causados.
A la localidad llegaron de inmediato el secretario del Sr. obispo, el Delegado del Gobierno, el arquitecto municipal de Las Palmas, el ingeniero jefe de Obras Públicas y un sin fin de autoridades para evaluar daños y la situación.
Los daños en las grandes fincas de los terratenientes, fueron evaluados entre treinta mil y cuarenta mil duros las de D. Salvador Manrique de Lara; Antonio de Armas Ramos, la destrucción de un alpende y la desaparición de 18 animales, entre ellos 11 vacas; la casa de Armas de Agaete, la destrucción de todos los terrenos de cultivos próximos al barranco; los pequeños propietarios tuvieron numerosos daños y desaparición de  huertas y animales, en el Valle y toda la localidad.
La orilla del mar quedó sembrada durante muchos días de cadáveres de animales y restos vegetales arrastrados por las aguas.
La principal preocupación fue que, al quedar destruidas las escasas defensa que tenía el pueblo en los lindes con el barranco, si se repetía el aguacero antes de poder repararlas, se podía llevar lo que quedaba de pueblo.

Ante la magnitud de la tragedia  y la pobreza en que habían quedado muchas familias, se crea  la junta  de socorros de Agaete, presidida por el diputado provincial D Francisco Bethencourt Armas, compuesta por el cura párroco D. Juan Valls y Roca, Alcalde D. Cristóbal Jiménez Melián, Fiscal y tres vecinos de la localidad. La Junta solicita mediante escritos ayuda y caridad a todos los vecinos e instituciones de canarias, incluso a la reina regente que manda un "generoso donativo".  Las inundaciones tienen repercusión en toda la prensa, incluida la prensa de Madrid.
La solidaridad de los canarios y las instituciones no se hicieron esperar y rápidamente las suscripciones públicas, galas artísticas para recaudar fondos y las ayudas oficiales empezaron a llegar a la localidad, paliándose en algo los daños causados por el temporal, reparándose las carreteras y construyéndose el actual puente.








         

Oficio del Alcalde de Agaete D. Cristóbal Jiménez, al que fuera ministro D. Fernando León y Castillo, en el que le muestra su gratitud por las gestiones realizadas ante la reina. Le comunica que recibió un generoso donativo de S.M., de manos del diputado Felipe Massieu y el estudio del Ministerio de Fomento para reparar la carretera y puentes destruidos. (archivo provincial de Las Palmas).



Telegramas enviados por el Gobernador y Alcalde, relativos al temporal.


El desastre de Agaete en la prensa de Tenerife ( El Liberal de 22-2-1896)

Bibliografía:
Archivo histórico provincial de Las Palmas.
La Opinión 22, 24 y 25-02-1896.
Diario de Tenerife 21 y 22-03-1896.
La Correspondencia de España (Madrid)22-02-1896.
La Iberia (Madrid) 22-02-1896.
El Liberal 22-2-1896.
Fotos Fedac y propias.